Robos, caras, y nuevos miedos
Si puedo explicar estos dos nuevos sitios en tres párrafos me daré por satisfecho. "Please Rob Me" indica en una suerte de pantalla Twitter a los usuarios que anuncian que "han dejado su hogar" hace instantes. Se presenta esto de un modo lúdico, anunciando "nuevas oportunidades" de casa descuidadas por incautos bocones twitterianos, y hasta invitando a potenciales ladrones de etiqueta (digamos Dolineanos, de los de antes, de los que no hacían daño) a tomar el botín ajeno. Me dirán, "por qué la gente avisa todo, por qué sus gadgets son tan indiscretos?". No tengo la respuesta.
ChatRoulette es otra cosa: es un surfeo de caras, no de web. No hay login, no hay username, uno entra y la videocam queda conectado con la de otro sujeto random. Uno puede ver cientos de internautas en un minuto. No hay censura, uno va saltando de una pantalla -una cara- a otra, eventualmente puede aparecer un rostro extraño, o surgir un diálogo. El debate actual pasa por la seguridad de los más jóvenes en estos encuentros al azar, donde el principal driver para conectarse es el aburrimiento. Es inevitable recordar a los viejos chats via IRC, y lo que queda es una profunda extrañeza por los abismos entre las diferentes identidades online.
Ambos sitios convergen en un tópico humano: el exhibicionismo. Ambos me remiten al arte de tapa del excelente "A Trick of the Tail" de Genesis, de la época en que Peter Gabriel recién se había ido, Hackett aún estaba poniendo orden, y Phil Collins se lanzaba como frontman. Gente mirando su verdadera identidad en un espejo, antiguos ladrones que buscan su oportunidad, y la eterna pregunta acerca de los límites. PleaseRobMe celebra la estupidez humana. ChatRoulette abre puertas a otredades de mayor magnitud. Fueron tres párrafos, y en mi laptop sigue sonando el estribillo genesiano "Done me wrong - same old song - done me wrong", concatenando ambos conceptos.