Tecnología, política y realidad
El problema no es que Cristina Fernandez de Kirchner tenga su cuenta de Twitter.
El real problema es que -como en tantos otros ejemplos, en Argentina y en el mundo- se sobreactúa en la representación de los actos, y no se gaste la misma energía en cambiar los hechos. A lo sumo, a los millones de publicidad oficial se suma esta propaganda; celebremos que sólo le lleva tiempo -si es realmente ella quien está a cargo, y no un asesor 2.0-.
El emperador chino de la leyenda se disfrazaba de hombre común para conocer qué ocurría en el Imperio. Por el contrario, la presidente proyecta en el ámbito 2.0 la imagen de un país próspero que poco tienen que ver con la realidad.
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