jueves, 19 de julio de 2012

Santuarios

Tengo una imagen persistente estos días. Es la del santuario, ese lugar donde uno se cree tranquilo o a salvo. El vestuario de mi club de siempre parece serlo para mi hijo, al verme delante de mi ropero con mis elementos de deporte. Me dijo en broma "esto es tu santuario". Coincidencia o no, con él había compartido días antes la única escena alegre de la terrible película "The Road", cuando el padre y el niño encuentran un refugio nuclear repleto de alimentos, donde por primera vez en meses pueden bañarse, comer y estar abrigados. Los padres somos especialmente sensibles a la idea del desamparo.

Estar abrigado. De eso se trata, no? Tener el propio ropero y que nadie te moleste en tu rutina, mientras vas atravesando el camino de la vida, en lo personal y en lo laboral. Tener certezas, seguridades, metas claras. Planear de a poquito, sin exagerar, a corto plazo. Se ve adónde apunto? Recuerdo un controller que ajustaba mucho el presupuesto, "porque te pegan desde la Casa Central si quedás abajo del 98% o arriba del 102%". Eso explicaba que a fin de año se movieran insólitamente Capex, Opex, o se demoraran Ventas. Por las dudas, no estoy hablando de empleados en su "zona de confort", sino de la zozobra al cambiar algo en tu trabajo o en extender un forecast un año más. Uno debe abandonar el refugio, y eso duele, va en contra del instinto de conservación.  

Qué santuarios tuve que abandonar yo? Física, Oil&Gas, Planeamiento, Marketing, Producto. La gran empresa. Por el momento estoy haciendo Ventas relacionadas con Contenidos y con IT, y con Snark cada tanto realizo Modelizaciones y Trainings. En las primeras advierto los reparos de clientes ante planes de negocio de 3 años (un tercio de lo usual hace una década). En las segundas veo gente aferrada a empresas de las que no quiere irse.

El modelo a seguir es que no hay certezas. No hay refugios. No hay seguridades. No hay crecimientos chinos del 10% anual. No hay premios eternos. Sólo hay santuarios efímeros, que palidecen ante la imagen del Panteón de Roma (foto), que nos asusta por simetría y solidez, y que nos mira desde el techo de sus dos mil años de antigüedad como recordando que la vigencia es para muy pocos.

lunes, 9 de julio de 2012

Educación atemporal

Diversas circunstancias -el feriado, el desayuno tardío con mi hijo, sus opiniones acerca la excelente presentación de Gonzalo Frasca en TED- me hicieron pensar en escribir un rato después sobre Educación. Como contexto, mis dos hijos fueron al Colegio Nacional de Buenos Aires, para mí un bastión de la vieja excelencia argentina, para otros un anacronismo del enciclopedismo. Frasca en su charla repite: jugar, aprender en el error, inventar nuevos caminos. Ambas situaciones -el CNBA y los aspectos lúdicos de Frasca, el estudio del Latín y el SuperMario- parecen distantes.

Me considero un medieval tardío. Me gustan las viejas cosas bien hechas, y a la vez quiero estar al tanto de las tendencias, y saber elegir. Nunca voy a tener el último gadget, ni el más caro, ni lo voy a exhibir. A lo sumo estaré secretamente orgulloso de mi biblioteca, y de mis amigos. La Física me hizo estudiar para el caso general, más que para el particular. Soy un dinosaurio con alguna aspiración de entender lo que ocurre. Allá vamos, entonces, con una vana pretensión de atemporalidad.

La educación ideal para mí debería mantener el núcleo duro del "viejo" enciclopedismo. Saber leer, entender, hacer cuentas, enfrentar la dificultad. A esto le sumaría el espacio para aprender haciendo -a lo Frasca-. Evitaría concesiones gratuitas, daría el ejemplo (enseñar a pescar sin dar el pescado), no rompería con lo viejo, no entregaría laptops porque sí. De paso, cada vez más me refieren anécdotas negativas sobre los planes "uno a uno" en Argentina. Revisaría por qué ya no hay premio ni castigo, y examinaría por qué no existe en Argentina -y por lo que me cuentan, en ambas márgenes del Plata- siquiera el menor vestigio de autoridad.

Tal vez porque mi madre era uruguaya -eso comparte con Frasca- y me hablaba siempre de la Pequeña Suiza que era Uruguay hacia 1950 me viene esa aspiración a combinar valores. Ella se refería a sus tardes de estudio en el Hospital de Clínicas mientras miraba de lejos los partidos en el Centenario. Allí convivían la excelencia y la diversión. Será de allí que viene mi necesidad de hallar el balance en la Educación? Por ahora disfruto lo que me cuentan mis hijos del CNBA y sugiero a los docentes ver el video de Frasca.