Hace un par de meses esbozaba la siguiente idea: el cúmulo de sitios 2.0 que trata de reflejar a una persona en el “online” no es una descripción precisa de la persona. Avatares, actitudes, CVs, comentarios, recomendaciones y fotos no dan certeza. Sólo nos queda –como en una foto borrosa de hace un siglo- una idea vacilante acerca de la persona. En el ámbito profesional, se trata de establecer una “reputación online”; en verdad lo que hay son intentos de mostrarse de forma “laboralmente correcta” –y probablemente aburrida-. En esos posts daba ejemplos de “separadores” entre lo profesional y lo personal, útiles para personalidades eclécticas.
Hace poco leí un artículo de la increíble Tara Hunt de Horse Pig Cow. Ella sabe de lo que habla -vive en el Twitter- y propone separar la reputación de la identidad, dotando de mayor libertad al individuo. Linda sugiere considerar a la reputación como sólo una parte del capital social –entre otras variables como la influencia o las conexiones-. Según ella vale disociar, escribir por placer en la web personal, sin que esto afecte lo profesional –aunque conozco ejemplos de lo contrario- (:D).
Hay ensayos análogos de Linda Stone sobre continua atención parcial. Si –como afirma Stone- nuestra conciencia online está fragmentada en una serie de microtareas en paralelo, este mismo debate se repite ad infinitum pero a lo largo del dia. Lo que somos –nuestra atención, nuestra conciencia, nuestros pensamientos- está pasando por una picadora de carne; lo que nuestros compañeros de trabajo online reciben de nosotros es una faceta que depende muy críticamente de cada momento, llegando a extremos impensados como se ve en Email Apnea.
Y aún si uno fuera profundamente coherente entre facetas profesionales y personales, esto no soportaría largos períodos. Internet ya tiene unos quince años; hay opiniones propias y a menudo contradictorias que no pueden limpiarse con facilidad. En este caso esos viejos escrito son retazos de la propia identidad que pueden afectar la reputación de sus autores. Y qué con esto?
Para esto sólo vale cierta sabiduría del “offline”. La identidad –lo que uno es- no depende de la opinión de los demás. El online es un ámbito cambiante. De él sólo se pueden esperar ligeros atisbos de una persona, pero no una representación acabada. Con esto en mente, y con los escasos filtros de Facebook y similares, los más lúdicos se abandonarán al juego del quién-es-quién online, mientras que los más conservadores directamente no participarán de estos rituales.
“Reputation is an idle and most false imposition; often got without merit, and lost without deserving.” (Shakespeare).
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